El gobierno peruano, a través del Ministerio de Justicia, anunció que evalúa la presentación de un proyecto de ley para elevar las penas contra el sicariato y la delincuencia, debido a que los ajustes de cuentas se vienen incrementando en todo el país, como en Juliaca, por ejemplo.
Según las estadísticas de la Policía Nacional del Perú, durante el año 2014, en Juliaca se registraron 134 muertes por aparente ajuste de cuentas, pues los cadáveres fueron encontrados abandonados (en su mayoría) sin sufrir el robo de sus bienes. Algunos fueron acribillados a balazos y otros con objetos punzocortantes, e incluso hubo ahorcados.
El último caso de esta índole en Juliaca fue el asesinato de una pareja (Hernán Calisaya y Bertha Mamani) en abril de 2014, donde 4 sujetos (3 sicarios) asesinaron a golpes a los esposos. El móvil fue una deuda (narcotráfico). La población capturó a uno de ellos y lo mató. Los sicarios cobraron 8 mil dólares por el trabajo (8 mil soles para cada uno).
En septiembre del 2014, en Tacna, 4 personas (2 sicarios) interceptaron al dueño de una cebichería y lo asesinaron a golpes. En marzo de este año, la policía los capturó y se supo que el pago por el asesinato fue de 1 mil 500 soles, siendo el móvil la disputa por el local del restaurante y una deuda.
Así ocurre, en efecto: dependiendo de la importancia del móvil, los sicarios varían el precio del trabajo. Según las informaciones (vox populi) en Tacna y Juliaca, los costos mínimos para dar un escarmiento a sus víctimas oscilan entre 500 y 1000 soles. Para matar, los precios oscilan entre 1 mil 500 y 3 mil soles como mínimo.
Esto se corrobora con la información propalada, en febrero de 2015, por el diario “La Razón” de Bolivia, donde una investigación periodística reveló que los asesinatos en el país altiplánico los realizan sicarios peruanos que viven en Puno, quienes cobran aproximadamente 2 mil dólares por estos trabajos.
Juliaca, una ciudad desordenada, con un alto índice de informalidad e inseguridad ciudadana, es paso principal de la droga que viene del VRAEM, alberga a los mineros informales y el contrabando (según Jaime Antezana), requisitos indispensables para ser una tierra del sicariato.
A esto se suma la detención, en Lima, de 26 sicarios del peligroso delincuente limeño apodado el “Cojo Mame”, quien purga condena en el penal de Challapalca (frontera Puno-Tacna) desde donde dirigía las operaciones. Se sabe que su gente trabajaba en todo el país.
Fuente: Diario Los Andes