Este es el material de construcción más popular del mundo, y desde que los romanos construyeron el panteón con él hace unos 2.000 años, hemos estado tratando de encontrar maneras de hacer que el concreto sea más duradero.
No importa qué tan cuidadosamente se mezcle o se refuerce, todo el concreto eventualmente se agrieta, y bajo ciertas condiciones, esas grietas pueden dar lugar a un colapso.
«El problema de las grietas en el concreto son las filtraciones», explica el profesor Henk Jonkers de la Universidad Técnica de Delft en los Países Bajos.
«Si tienes grietas, el agua pasa a través de ellas… en tus sótanos, en un edificio de estacionamientos. En segundo lugar, si esta agua llega hasta los refuerzos de acero –en el concreto tenemos todas estas barras de acero– y se corroen, la estructura se desploma».
Pero Jonkers ha ideado una forma completamente nueva de darle al concreto una vida más prolongada.
«Hemos inventado el bio-concreto; se trata de concreto que se repara a sí mismo con el uso de bacterias», dice.
El bio-concreto se mezcla como el concreto regular, pero con un ingrediente extra: el «agente de reparación». Permanece intacto durante la mezcla y únicamente se disuelve y se activa si el concreto se agrieta y el agua entra.
Jonkers, un microbiólogo, comenzó a trabajarlo en el 2006, cuando un tecnólogo en concreto le preguntó si sería posible utilizar bacterias para fabricar concreto que pudiera repararse a sí mismo.
A Yonkers le tomó tres años descifrar el problema… pero hubo algunos retos difíciles de superar.
«Necesitas bacterias que puedan sobrevivir a las duras condiciones del concreto», dice Jonkers. «Es un material similar a la roca, parecido a la piedra, muy seco».
El concreto es extremadamente alcalino y las bacterias «curativas» deben esperar inactivas durante años antes de que se activen por medio del agua.
Jonkers eligió las bacterias del bacilo para el trabajo, ya que prosperan en condiciones alcalinas y producen esporas que pueden sobrevivir durante décadas sin alimento ni oxígeno.
«El siguiente reto era que las bacterias no solamente se activaran en el concreto sino que también produjeran material para reparar el concreto… y esa es la piedra caliza», explica Jonkers.
Con el fin de producir piedra caliza, los bacilos necesitan una fuente de alimentación. El azúcar era una opción, pero añadir azúcar a la mezcla daría como resultado un concreto suave y débil.
Al final, Jonkers eligió el lactato de calcio, colocó las bacterias y el lactato de calcio en cápsulas hechas con plástico biodegradable y añadió las cápsulas a la mezcla húmeda de concreto.
Cuando finalmente las grietas comienzan a formarse en el concreto, el agua entra y abre las cápsulas.
Las bacterias luego germinan, se multiplican y se alimentan del lactato, y al hacerlo combinan el calcio con iones de carbonato para formar calcita o piedra caliza, la cual cierra las grietas.
Ahora Jonkers espera que su concreto podría ser el inicio de una nueva era de edificios biológicos.
«Se está combinando la naturaleza con los materiales de construcción», dice. «La naturaleza nos está suministrando mucha funcionalidad de forma gratuita… en este caso, las bacterias productoras de piedra caliza».
Si somos capaces de implementarla en los materiales, en realidad podemos beneficiarnos de ella, así que creo que este es un muy buen ejemplo de cómo unir los entornos de la naturaleza y de la construcción en un nuevo concepto».