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Día del Artesano: Conoce a Bernardina Flores, productora de hermosas llicllas en Cusco

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Entrar a la casa de Bernardina es como adentrarse en un pequeño mundo de colores deslumbrantes y texturas cálidas en el corazón de Andahuaylillas, uno de los 12 distritos de la provincia de Quispicanchi en Cusco.

El sol del mediodía aviva además los diferentes matices de color de las preciosas mantas, cobijas y licllas nacidas de sus manos, con las que se trabaja la lana de oveja con pasión y técnicas milenarias.

A sus 74 años, Bernardina Flores Pilares, usuaria de Pensión 65, tiene una sonrisa desenfadada y una impresionante gama de productos textiles dignos de la mejor presentación internacional. Ya a los 5 años aprendió los secretos de tejer de su abuela materna quien le enseño a hacer mantas de colores con motivos andinos y de mayor aprendió de su suegra a dominar el arte, lindas y coloridas llicllas para confeccionar prendas que decoran la espalda, son femeninas y realzan el encanto natural de la mujer cusqueña, heredera de la belleza de las Acllas, vírgenes elegidas durante la época inca para servir al Inca o dios sol.

Bernardina domina las técnicas del tradicional telar andino de cadera y la puska, con las que transforma el pelo de oveja en finos hilos de lana, materia prima de sus trabajos textiles. “Tejer me hace feliz, alivia mis preocupaciones. Si no pudiera hilar o tejer, seguramente me golpearía la pena», admite.

Un día le preguntó a un vendedor de polvos para teñir lana cómo lograr un rojo brillante, un azul cielo o un verde esperanzador. Fue así como Bernardina, quien tiene 9 hijos y 13 nietos, anotó una alquimia que siempre usaría y nunca olvidaría: mezclar los polvos de colores en una cacerola en la fórmula necesaria según el tipo e intensidad de color que se desea obtener. Hervirlos en orina y sal durante 20 minutos y listo, ¡arcoíris!

La tejedora de Andahuayillas ha desarrollado un cariño especial por sus cuatro ovejas y las esquila cada diciembre. El corte del vellón de sus ovejas le garantiza que estará tejiendo por varios meses más.

próximo desafío

Convierte la lana de oveja en piezas que serían un manjar para los turistas, pero sabe que tiene una deuda pendiente consigo misma: perder el miedo a hacer negocios con personas de otro idioma. miedo a ser traicionado. Sin embargo, promete superar a esta Tara. Por el momento solo vende sus frazadas, frazadas y llicllas a gente de Andahuaylillas o Cusco que conoce, en quien confía y que le encargan de vez en cuando.

Bernardina es participante activa de la intervención Saberes Productivos, impulsada por Pensión 65, que tiene como objetivo transmitir los conocimientos de los adultos mayores a las nuevas generaciones. “Antes de la pandemia iba a las escuelas de Andahuaylillas a enseñar a tejer. Quiero seguir haciendo eso”, dice Weber. Guillermina, la mayor de sus hijos, aprendió su técnica y ahora la ayuda a terminar las telas. Aunque la vista ya le está jugando una mala pasada, Bernardina no tiende la lana.

Entrar a su casa, con frazadas, frazadas e illiclases por todos lados, es como escalar el Cerro de Siete Colores, entre Cusipata y Pitumarca, en la misma región del Cusco. Los colores abrazan a todo el que llega.

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