Si bien Machu Picchu, en su condición de ícono turístico peruano y maravilla mundial, encabeza la lista de lugares de imprescindible visita, existen otros atractivos que concitan la atención y el interés de los turistas dado sus formidables atributos históricos, monumentales, culturales, paisajísticos, entre otros, que los convierten en auténticos imanes turísticos.
A continuación, conoce siete atractivos de imperdible visita en Cusco alternativos al emblemático Machu Picchu.
Ollantaytambo
Se ubica en el distrito del mismo nombre en la provincia de Urubamba y tiene una extensión de 34,800 hectáreas. Fue declarado como tal mediante Resolución Directoral Nacional Nº 395 del año 2002. Los restos arqueológicos de Ollantaytambo presentan una bien cuidada arquitectura, sus bellos andenes o estructuras como el Templo del Sol son muestra de ello.
Las crónicas refieren que Ollantaytambo fue construido por orden del inca Pachacútec, con el objetivo de ser un tambo; pero también el de ser una llaqta, por lo que Ollantaytambo tuvo una triple función: militar, agrícola y religiosa.
A inicios de diciembre del año pasado la prestigiosa publicación británica Condé Nast Traveller eligió a Ollantaytambo como uno de los mejores lugares del mundo para visitar este 2023.
La milenaria urbe, conocida como la “ciudad inca viviente” y que alberga uno de los parques arqueológicos más visitados de Perú, destaca en la lista de los 23 mejores destinos del mundo para visitar este año. En la nómina figuran también destinos de Argentina, Estados Unidos, Reino Unido, Egipto, Marruecos, entre otros.
Ollantaytambo destaca por el excelente nivel de conservación de su patrimonio arquitectónico, paisajístico, natural y cultural, heredados de un pasado incaico glorioso, sumados a su firme compromiso actual con el desarrollo sostenible a través de turismo. Antes esta ciudad inca fue distinguida como uno de los “Mejores pueblos turísticos del mundo” y el primer “Pueblo con encanto” del Perú.
Sacsayhuamán
El Parque Arqueológico de Sacsayhuamán es uno de los espacios histórico culturales más importantes del Perú y de América y se ubica muy cerca de la ciudad de Cusco. Fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación mediante Resolución Directoral Nacional N° 829-2006, cuenta con una extensión de 2,997.265 hectáreas.
El Parque Arqueológico Sacsayhuamán cuenta con 96 sitios arqueológicos, entre los cuales destacan Q’enqo, Tambomachay, Kallachaca, Patallaqta, Amaro-Markahuasi y el área monumental conformado por los Baluartes, Muyuqmarca, Rodadero y Chinkana.
La construcción más resaltante es la Fortaleza de Sacsayhuamán, un recinto increíble donde es posible observar gigantes bloques de piedra en sus muros. En la explanada que se encuentra adyacente a la fortaleza se realiza, cada 24 de junio, la emblemática ceremonia del Inti Raymi o Fiesta del Sol. La construcción de este sitio según los cronistas habría sido iniciada por el inca Pachacútec.
Choquequirao
Ubicado en Santa Teresa, uno de los veinte distritos de la provincia cusqueña de La Convención, este complejo arqueológico es considerado el segundo más notable de Cusco después de Machu Picchu por su diseño y características constructivas y cuyo nombre en quechua significa “Cuna de oro”. Se ubica a 3,048 metros sobre el nivel del mar, en las estribaciones del nevado Salcantay, al norte del valle del río Apurímac, en la cordillera de Vilcanota.
Esta ciudadela se extiende a lo largo de tres cerros y hasta el momento se han identificado 12 sectores. Las investigaciones arqueológicas estiman que aún falta descubrir más edificaciones, dado que solo se ha excavado el 30% de toda su área.
En la urbe destaca el centro ceremonial, que es una gran plataforma a la que se accede atravesando una puerta de doble marco. Asimismo, existen dos plazas principales, templos, fuentes de agua, canales, talleres, almacenes, residencias de élite y otros predios que parecen haber tenido un uso administrativo.
Otra de las estructuras impresionantes de Choquequirao es una enorme escalera que al amanecer del solsticio de verano es iluminada completamente por los rayos del sol. Si bien todas las edificaciones son de piedra, algunas de ellas estuvieron cubiertas de arcilla tanto al interior como por fuera, por lo que exhiben un color anaranjado claro.
Choquequirao presenta múltiples edificaciones de dos pisos con hornacinas en el interior. Además de algunas puertas y nichos hechos con doble jamba y canales de riego. El material que fue usado son piedras unidas con morteros de barro.
Existen 22 imágenes en estas piedras con figuras conocidas como “Llamas del sol”, dispuestas en 15 andenes con dirección al nevado Quory Hauyrachina. Choquequirao cuenta con un gran sistema de andenes, una característica de las construcciones incas, que ayudaban en el uso agrícola de las laderas de los cerros, y que actualmente, a la vista de los visitantes, parecen pisos alfombrados de verde por la vegetación de la zona.
El año pasado la revista de fotoperiodismo National Geographic, colocó a Choquequirao como uno de los cinco mejores destinos de aventura para visitar el 2023.
Este lugar tiene en su interior obras de arte únicas que no se encuentran en ningún otro enclave inca: No hay nada más como esto en los Andes. Y la parte de la aventura por la que este destino ha sido reconocido se refleja en los 4 días a pie requeridos para llegar.
Chinchero
Este parque se encuentra ubicado en el distrito de Chinchero, provincia de Urubamba. Fue declarado como Parque Arqueológico a través de la Resolución Directoral Nacional Nº 515 del año 2005. Con una extensión de 43 hectáreas, Chinchero fue originalmente ocupada por una etnia anterior a la cultura inca. Ya durante el apogeo del Tahuantinsuyo, el inca Túpac Yupanqui planificó la construcción de los palacios incas de Chinchero que estaban destinados para la élite inca.
En la actualidad, en el pueblo de Chinchero es posible ver aún los magníficos restos de lo que fueron esos grandiosos palacios. En el centro de la plaza principal y sobre lo que fue el recinto principal se alza una iglesia colonial, el contraste que se genera le da a Chinchero un ambiente especial, como si fuera un lugar suspendido en el tiempo.
Salineras de Maras y Moray
Las salineras de Maras constituyen un conjunto de más de 3,000 pozas poco profundas con un área de 5 metros cuadrados cada una en promedio y albergan sal natural y agua salada. Están ubicadas en la ladera de la montaña Qaqawiñay, a 3,380 metros sobre el nivel del mar. Se encuentran a 50 kilómetros al norte de la ciudad del Cusco, a 10 kilómetros del pueblo de Maras, a 16 kilómetros de la ciudad de Urubamba y a 26 kilómetros de Chinchero, en el Valle Sagrado de los incas.
Estas pozas son alimentadas por un manantial subterráneo hipersalino que se originó hace aproximadamente 110 millones de años durante la formación de las montañas de la Cordillera de los Andes. Los pobladores de Maras comercializan esta sal, tal como lo hacían los incas hace cientos de años.
Desde un mirador se puede apreciar y registrar imágenes de las coloridas tonalidades que adquieren las pozas de sal cuando reciben los rayos del sol, así como a los pobladores en plena faena de recolección de la sal natural de color rosado que caracteriza a este fascinante lugar del Valle Sagrado. En las Salinas de Maras se puede comprar esta sal rica en minerales como magnesio, calcio, potasio y silicio.
Por su parte, Moray es un parque arqueológico que se ubica en la provincia de Urubamba en el distrito de Maras y tiene una extensión de 37.50 hectáreas. Se trata de un sistema de varias terrazas circulares concéntricas de gran tamaño y de los cuales se cree que fueron un centro de investigación agrícola. La disposición de los andenes genera una variedad de microclimas, en el centro del sistema alcanzan su máxima temperatura y la cual se va reduciendo según se alejan al exterior.
Estas terrazas permitieron que se produjeran una gran variedad de verduras y más de 3,000 variedades de papas, además de que permitían domesticar especies salvajes de plantas, es muy posible que también se plantara coca.
Ruta del Barroco
La Ruta del Barroco Andino es promovida por la Compañía de Jesús, y comprende templos en la Ciudad Imperial y el Valle Sur que exhiben una impresionante arquitectura y arte.
La Ruta del Barroco Andino recorre cuatro templos: el de La Compañía, ubicada en la Plaza de Armas del Cusco, y los de Andahuaylillas, Huaro y Canincunca, en el llamado Valle Sur de Cusco, el espacio geográfico que conecta la capital del imperio inca con la selva de Madre de Dios y el lago Titicaca.
Este fue un eje comercial, anterior a los incas, donde circulaban el oro, la plata, la hoja de coca y las fibras animales. Desde entonces quedan señales de ese pasado en los sitios arqueológicos que se pueden apreciar a lo largo del recorrido, como Tipón, Pikillacta, Rumicolca y también en la antigua fábrica de tejidos de Lucre.
El Valle Sur va paralelo al río Vilcanota y atraviesa dos lagunas, una de ellas Huacarpay, sitio Ramsar rico en aves, totorales y bellos atardeceres. El valle está formado por pequeñas localidades de agricultores, comerciantes y ganaderos, y también hay pueblos de chamanes, panaderos, constructores de tejas, así como de músicos y danzantes que rinden homenaje al Señor de Qoylluriti.
El tiempo necesario de visita es de aproximadamente medio día y cuenta con fácil acceso, dado que los tres templos en el Valle Sur están a solo una hora de Cusco, mientras que el templo de La Compañía se encuentra en la Plaza de Armas.
Montañas Arcoíris
En la región Cusco existen singulares montañas, como Vinicunca, Palccoyo y Pallay Poncho, llamadas “Arcoíris” por su impresionante colorido que cautiva a los turistas y que las han posicionado, en poco tiempo, como los atractivos más visitados después de Machu Picchu.
Las citadas cumbres se encuentran en la provincia de Canchis, a poco más de 100 kilómetros al sureste de la ciudad de Cusco, en la cordillera de Vilcanota y cerca del célebre nevado Ausangate, venerado “apu” o deidad tutelar cusqueña desde tiempos prehispánicos.
La variada gama de colores que cubre la superficie de ambos montes se debe, según la Sociedad Geológica del Perú, a una compleja historia geológica de sedimentos marinos, lacustres y fluviales. Estos sedimentos, transportados por el agua que antes cubría la zona, datan de los periodos terciario y cuaternario, es decir, de hace 65 a dos millones de años.
El movimiento de las placas tectónicas del área elevó estos sedimentos hasta que se convirtieron en montañas. Con el paso del tiempo, los sedimentos fueron formando capas que en la actualidad se ven como franjas y los colores llamativos se deben a la oxidación de los minerales, ejercida por la humedad de la zona, y a la erosión.
Los colores que se aprecian en estos cerros y su relación con los minerales son los siguientes: fucsia y rosado (mezcla de arcilla roja, fango y arena); morado o lavanda ( una mezcla de arcilla y carbonato de calcio y silicatos); rojo (argilitas y arcillas); verde (mezcla de hierro, magnesio y óxido de cobre), mostaza o dorado (limonitas, areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados o combinados con azufre); blanco y crema (arenisca o arena de cuarzo y piedra caliza).
La montaña Vinicunca se localiza en el distrito de Pitumarca y su cumbre alcanza los 5,200 metros sobre el nivel del mar. El ascenso demanda entre 90 y 120 minutos y su proximidad al Ausangate permite observar el nevado más alto del Cusco y uno de los más altos del Perú (6,384 metros de altitud).
La ruta de acceso incluye el paso por la comunidad de Pampachiri, cuyos habitantes laboran como guías turísticos y como vendedores de artesanías que ellos mismos producen.
Descubierta al turismo en 2016, la “Montaña de siete colores” sedujo a los visitantes de todo el Perú y del mundo, llegando a recibir hasta 2,000 visitantes por día. En agosto de 2017, Vinicunca apareció en la lista de 100 lugares para visitar antes de morir, recomendados por expertos en viajes en la página web Business Insider.
Por su parte, la montaña Palccoyo está ubicada en el distrito de Checacupe y su cumbre alcanza una altura máxima de 4,971 metros sobre el nivel del mar. Fue descubierta al turismo después que Vinicunca, en 2018, y gracias a su similitud en belleza paisajística empezó a captar la creciente atención de los visitantes.
En la ruta hacia la montaña Palccoyo se aprecia un bosque de piedras formado naturalmente hace millones de años. Desde esta ruta se puede apreciar, aunque a mayor distancia que desde Vinicunca, la belleza del nevado Ausangate. El tiempo estimado para llegar a la cumbre es de 45 a 60 minutos.
En tanto, la montaña Pallay Poncho es la última montaña arcoíris en incorporarse al circuito turístico de Cusco antes de la llegada de la pandemia de coronavirus (covid-19). Llamada Pallay Poncho por su caprichosa forma que se asemeja a una prenda típica cusqueña y conocida también como la “montaña filuda”. Se ubica sobre la laguna de Langui, a unos 4,650 metros sobre el nivel del mar, en la provincia cusqueña de Canas, en el límite con Canchis, y destaca por la forma filuda de sus cumbres y por mantener la forma de un poncho típico del Cusco. También es conocida como “Cóndor Sayana” o lugar donde se detiene el cóndor.
El lugar es muy hermoso. Allí se aprecia, bajo ese cielo azul serrano, la laguna de Langui y la montaña, que lo convierten en un paraje de ensueño, de visita obligada; llegar a este atractivo no es difícil si se tiene las ganas y un buen estado físico.
La mejor temporada para visitar estas impactantes montañas arco iris es de mayo a octubre, cuando hay ausencia de lluvias y se puede apreciar el magnífico contraste de las cumbres con el inmenso cielo azul.
En temporada de lluvias, de noviembre a abril, ambas montañas pueden estar cubiertas de nieve y ello, además de impedir apreciar la belleza de su superficie multicolor, también dificulta el acceso a sus cumbres.
Puente Q’eswachaka
La festividad de construcción y renovación anual del puente colgante Q’eswachaka, el último puente inca, que cruza el río Apurímac y que forma parte de la red de caminos inca o Qhapaq Ñan, se realiza a inicios de junio.
Con 33 metros de largo y 1.2 metros de ancho, esta maravilla de la ingeniería inca está hecha de ichu q’oya y chachacomo, gramíneas que crecen en zonas altoandinas. Estas materias primas son acopiadas, seleccionadas y trenzadas por los habitantes de las comunidades de Hunchiri, Chaupibanda, Choccayhua y Ccollana Quehue, pertenecientes al distrito de Quehue, quienes siguen las instrucciones del guía constructor o chakaruwaq, utilizando técnicas de más de 600 años de antigüedad para construir y renovar el que es considerado el último puente colgante heredado de los incas.
En esta impresionante festividad de cuatro días de duración participan alrededor de 1,000 pobladores, entre hombres y mujeres, quienes se reúnen siguiendo una organización basada en la ayuda mutua, conocida como minka.
Esta práctica tradicional es el elemento fundamental de la identidad cultural de la población de Quehue y representa el vínculo que dicha comunidad cusqueña establece con la naturaleza y con la historia. Es un ejemplo de la riqueza del patrimonio inmaterial del país.
Esta festividad, que manifiesta los conocimientos, habilidades y rituales relacionados a la renovación anual del puente Q’eswachaka, fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2013.
Para llegar al puente Q’eswachaka hay que tomar la ruta hacia el distrito de Combatapa, luego dirigirse a la localidad de Yanaoca, capital de la provincia de Canas. Desde allí se debe tomar la vía hacia el distrito de Quehue.
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