La declaratoria de la festividad de la virgen de la Candelaria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por parte de la UNESCO, es una “estafa” para el escritor puneño Omar Aramayo. Y tal vez es cierto; tal vez los excesivos festejos obnubilaron nuestro juicio sobre lo que realmente nos estaban dando.
“Hemos sido derrotados por Bolivia. Bolivia dice que nuestras danzas son bolivianas”, dijo el escritor Omar Aramayo, descalificando así la nominación que la UNESCO le hizo a la festividad de la Virgen de la Candelaria, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
¿Es cierto esto? Aparentemente, sí. Luego de que Bolivia, el pasado mes de noviembre, cuestionara la postulación de la Festividad de la Virgen de la Candelaria, el gobierno peruano firmó un acuerdo bilateral con Bolivia, ante la UNESCO, en el que aceptó explícitamente que los puneños danzamos con música y trajes bolivianos.
“En la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno se destaca que la ritualidad litúrgica y espiritual constituyen el elemento central de dicha expresión… las danzas, música y vestuario del pueblo de Puno son acompañados por las danzas, música y vestuarios del pueblo de Bolivia”, señala textualmente el documento firmado por los ministerios de cultura de ambos países.
“Hay demagogia”, señala Omar Aramayo, y no deja de decir la verdad. A todas luces, el gobierno peruano nos ocultó este documento, dejándonos mal parados. Mientras que en Puno festejábamos la declaratoria, creyendo que la UNESCO protegía nuestras danzas, en Francia nuestros representantes le daban la razón a Bolivia.
“Esto de ser patrimonio es un botín, donde hay una serie de personajes, de instituciones, que han sacado una tajada. Un grupo de personas han ido a París a entregar nuestras danzas a cambio de este título”, asegura el escritor.
En el documento oficial de la UNESCO, en efecto, se confirma la posición boliviana: “la música, las danzas y las artesanías, no son el objeto principal de la nominación”, y se agrega: “algunas expresiones asociadas con la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno, son compartidas por las comunidades andinas de la región”.
Después de firmar el documento entreguista, el embajador del Perú en la UNESCO, Manuel Rodríguez Cuadros, confirmó su posición: “Es importante saber que el elemento inscrito no son las danzas y la música en sí mismas, sino las prácticas espirituales de la festividad”, escribió.
Para el escritor puneño, no es preocupante la declaratoria de la UNESCO, sino la actitud débil del gobierno peruano, especialmente porque la Diablada nació en Puno, tal como historia lo demuestra.
El baile de la diablada está tan arraigada a la historia de Puno, que el auto sacramental está tallada en la fachada de la Catedral de Puno, construida el año 1757. Allí la escena de un arcángel venciendo al diablo es acompañada por un grupo de músicos, tocando el charango, guitarra y violín. Mientras que la única tesis boliviana corroborable nos lleva hasta 1818.
Frente a ello, el escritor Omar Aramayo, recomienda deslindar el origen y proceso de evolución de las danzas, determinando qué es boliviano y qué no. “Bolivia busca el reconocimiento de más de mil danzas”, mencionó.
“Tenemos que exigir al gobierno que esto sea una tarea de vida, un destino, un encargo a morir, porque lo que estamos defendiendo es nuestra alma y lo que están defendiendo los otros es la defensa de la extinción”, sostuvo.
En otro momento, descalificó el accionar de la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno, pues en más de 50 años “no hicieron nada”. “La Federación ha parasitado la fiesta; la Federación sólo sirve como un instrumento de escalamiento social, de arribismo”, aseguró.
Finalmente, dijo que lo que nos toca en adelante, respecto de nuestras danzas, es “documentar Puno, realizar un gran catastro, comunidad por comunidad. Y tiene que entrar a tallar el Ministerio de Relaciones Exteriores. Se debe tener un mediador, que podría ser cualquier país culto”.
Fuente: Diario Los Andes